Paso 3: Modelos y Perspectivas de Evaluación en Psicología
Modelos y perspectivas de evaluación en Psicología
¿Qué es?: Un modelo es un sistema formal, dentro de un constructo epistemológico, integrado por una serie de postulados teóricos que nos permite la conceptualización de los fenómenos, de los problemas que intentamos comprender y explicar. Por lo tanto, cuando tales proposiciones son validadas empíricamente pueden pasar a integrar parte de una teoría. Existen modelos centrados en el sujeto, en el contexto y de interacción sujeto/contexto (Casullo, 1999).
Un modelo aporta:
1. Sirve como punto de referencia para la construcción de los datos (verificación empírica).
2. Comprensión y análisis de un fenómeno (referido a individuos, a personas concretas, en tanto sujetos individuales, miembros de un grupo, integrantes de una institución o participantes de una comunidad).
3. Una propuesta epistemológica que posibilite diseños de investigación.
4. Inclusión en el arsenal metodológico de estrategias que permitan incluir no sólo elementos verbales o de observación en contextos de laboratorio sino también las acciones que las personas concretan en sus hábitats cotidianos.
5. Importancia al estudio de los procesos de cambio de esas representaciones que a los de estabilidad y reproducción en las ideas y creencias del sujeto (Casullo, 1999).
2. Explique los postulados principales de cada uno de los modelos que orientan los procesos de evaluación, expuestos en el texto “Evaluación psicológica: coordenadas, contextos, procesos y garantías”
Modelos psicodinámicos: Buscan comprender la dinámica de los problemas, qué los causo, cómo se presentan, la forma cómo los afronta el paciente, de este modo poder ayudar al individuo a tener cambios.
Modelo humanista: Parte del supuesto de que gran parte de los problemas psicológicos derivan de que el sujeto no es fiel a sí mismo. Además, para ayudar al sujeto a "ser persona" es fundamental un tipo de relación terapéutica caracterizada por la sinceridad, la aceptación incondicional y la empatía con el sujeto. Por lo tanto, este modelo acentúa que la intervención debe facilitar la autodirección y autorregulación de la conducta, y que la evaluación debe contribuir a ello.
Modelos conductuales: Centrados en el estudio y modificación de la conducta manifiesta, pensamientos, creencias, esquemas mentales, además, se centran en la interacción entre los estímulos ambientales y las respuestas observables, considerando que el comportamiento se aprende a través de la experiencia y las asociaciones entre estímulos y respuestas.
- Modelo basado en el condicionamiento operante: El grado en que las consecuencias de una conducta adquieren el carácter de refuerzo capaz de hacer que ésta se repita depende de diferentes factores que han llevado a describir distintos procesos de condicionamiento operante.
- Modelo mediacional basado en el condicionamiento clásico: El aprendizaje se presenta por asociación entre un estímulo neutro (EN) que preceden o acompañan al estímulo incondicionado (EI) para generar una respuesta condicionada (RC).
- Modelos basados en el aprendizaje social: Se centran en cómo el comportamiento se aprende a través de la observación e imitación, además, del modelado de los comportamientos de otros y no solo por experiencia directa.
Modelo basado en la mediación cognitiva: Se centran en cómo los procesos mentales internos (como el pensamiento, las percepciones, la toma de decisiones) pueden llegar a influir en la conducta y el aprendizaje, por lo tanto, permiten explicar el comportamiento humano.
Modelos de evaluación para la intervención: Es importante evaluar cuáles características presentes actualmente en el sujeto influyen en el problema como: condiciones contextuales, formular hipótesis sobre la viabilidad de las acciones terapéuticas, tener presente el carácter activo y propositivo del sujeto, un sistema general de análisis (Tapias, 2011).
3. A partir del texto “Evaluación psicológica: coordenadas, contextos, procesos y garantías”, explique la organización básica del proceso de evaluación.
La evaluación de sujetos con problemas y con el propósito de decidir qué hacer para ayudarles constituye un proceso de solución de problemas, por lo tanto, para realizar una buena evaluación se requiere que el proceso se desarrolle en varias fases:
1. Identificación y delimitación del problema: Identificar el problema o problemas de interés prioritario, así como realizar una primera recogida de información sobre las condiciones ambientales y personales de las que puede depender, el psicólogo debe decidir qué información recoger y cómo hacerlo.
2. Formulación de hipótesis y deducción de predicciones falsables: es un fenómeno procesual y recursivo que se desarrolla a lo largo de la evaluación, ligado en buena medida a la activación de los conocimientos que el sujeto posee sobre el problema, de este modo, poder evitar los sesgos que pueden darse durante el proceso de evaluación.
3. Selección de variables dependientes e independientes sobre las que intervenir: Se deriva del paso anterior; si en aquél se ha considerado que A es causa de B, siendo A las variables hipotéticas que causan el problema y B los comportamientos en que se manifiesta, A y B serán respectivamente la (o las) variable (s) independientes y dependientes.
4. Planificación del tratamiento y su valoración: Metas a conseguir, selección de programa de entrenamiento, evaluación y control de variables contaminadoras y selección de procedimientos para recoger información que permita valorar los efectos de la intervención. La selección del tratamiento debe basarse en las hipótesis sobre la naturaleza del problema y sus determinantes y en el conocimiento de los tratamientos eficaces para el tipo de problema de que se trate.
5. Valoración de los efectos de la intervención, reconducción del proceso si procede y seguimiento: Si el diseño para su valoración está bien hecho y los procedimientos de recogida de información son adecuados, es posible comprobar, por una parte, en qué medida el tratamiento está siendo efectivo y, por otra, en qué medida se cumplen las hipótesis de partida. No obstante, en caso que el tratamiento no se ajuste a las expectativas, el psicólogo debe recoger nueva información, a redefinir los objetivos de la intervención y a modificar y a ajustar el tratamiento si procede (Tapias, 2011).
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